31 ene 2011

El caballero y el afeitado

Por todo hombre de mundo es sabido que la posesión de un vello facial bien cuidado no obedece únicamente a una razón higiénica (si bien ésta es la principal) sino que, en añadidura, se trata de uno de los mayores atractivos para las mujeres. Ya sea con una faz totalmente rasurada o con una frondosa barba, pasando por perillas y bigotes, un auténtico caballero está obligado por su condición a dedicar cierto tiempo, periódicamente, a su cuidado y mantenimiento.


En cuanto a las formas de afeitado existentes en la actualidad, son básicamente cuatro:

1. La Afeitadora Eléctrica o "Maquinilla de afeitar": Es el invento más moderno, muy de moda durante los años sesenta y con gran variedad de modelos y mecanismos de funcionamiento. Entre sus ventajas está la rapidez y facilidad de uso, pudiendo, en pocos minutos, lucir una cara afeitada, suave al tacto y sin apenas irritación. Es ideal para viajar, pues no hace falta cargar también con espumas o geles ni con lociones para después del afeitado, tan solo con el estuche que contiene todo lo necesario para limpiar los cabezales y recargar la batería o enchufarla, según sea el caso. Entre las desventajas principales, se encuentra el hecho de que el apurado es mínimo y al cabo de unas cuantas horas la cara recupera su tacto rasposo. Ello obliga al usuario a afeitarse prácticamente una vez al día. No obstante, es muy útil para el cuidado de barbas, bigotes y patillas, habiendo incluso unas con cabezales más pequeños con dicho objetivo.

Dada la infinidad de modelos que existen, cualquier caballero puede caer en el error de comprar una que no se adecúe a sus necesidades o que no funcione como cabía esperar. A la hora de elegir hay una norma muy sencilla que, aunque aparentemente contradictoria, casi nunca falla: cuanto más sofisticada sea la maquinilla, peores serán los resultados. Los modelos clásicos aún no han sido superados, por muchas ventajas que anuncien los fabricantes de las afeitadoras modernas.


2. Las maquinillas desechables: como todo producto de usar y tirar, tiene una vida efímera y genera enormes residuos, siendo ésta la menos ecológica de todas las opciones de afeitado. Su uso requiere también la utilización de jabón o pasta de afeitado, o en su defecto, de espuma/geles previamente preparados. Se suelen conseguir buenos resultados, pero depende, en gran medida, de la calidad de las cuchillas (siendo las de mayor y más reconocido prestigio las de la casa Gillette).

  
3. La maquinilla clásica: a la hora de escoger entre ésta y sus hermanas desechables, ésta es sin duda, la mejor elección. El mango permanente suele ser metálico y con unas muescas que aseguran una correcta sujección. Tan solo hace falta cambiar las cuchillas, y éstas son mucho más duraderas y cortantes que las de las maquinillas de usar y tirar. Sus principales ventajas son un apurado muy bueno y una gran durabilidad. También requieren el uso de jabón, crema, gel o espuma y el posterior uso de bálsamo, casi imprescindible, pues al ser mayor el apurado, mayor suele ser, también, la irritación facial. Su principal defecto es la necesidad de recambio de las cuchillas.



4. La Navaja clásica: la opción más antigua de todas. Consiste en una hoja metálica, normalmente de acero carbonatado (a diferencia del inoxidable, éste permite un mejor afilado y ofrece una hoja con mayor coeficiente de corte) y un mango-funda de madera, metal, plástico o resina (si bien también los hay de marfil, hueso y otros materiales exóticos).

Sus virtudes son muchísimas, como por ejemplo: con ellas se consigue el mayor apurado (ello las hace necesarias sólo una vez por semana para una barba normal, o máximo dos para barbas fuertes y espesas). Otra de sus ventajas es que no requiere recambio alguno, y por ello es la opción más ecológica y duradera, dándose el caso de navajas cuya hoja ha afeitado a generaciones enteras de hombres, pasando de padres a hijos. Require del uso de brocha para la preparación de crema o jabón de afeitado y su posterior distribución para levantar el vello y evitar cortes.




Esta clase de navajas requieren ser afiladas por profesionales al menos un par de veces al año, y mantenidas con un suavizador antes y después de cada afeitado. Su principal defecto es la necesidad de mayor tiempo para el afeitado, dado que se trata de todo un ritual masculino. Un caballero diestro y habilidoso puede lograrlo en unos ocho minutos, pero para los demás nos tomará a lo sumo un cuarto de hora. El otro defecto que tiene el afeitado a navaja es la necesidad de mucha práctica, dedicación y entrenamiento que hace falta antes de llegar a dominar la técnica, siendo frecuentes los cortes y pequeñas magulladuras durante el proceso, ya que influye la colocación de la hoja (que debe estar prácticamente paralela a la piel), el previo calentamiento y enjabonamiento de la cara y la destreza a la hora de rasurar y apurar en segundas pasadas. Todo ello levó a muchos señores a preferir las maquinillas de afeitar y así llegó el auge de las cuchillas recambiables.

Sin embargo, para un servidor, éste sigue siendo el verdadero y tradicional método de afeitado del caballero y el más recomendable para la salud de la piel de nuestra cara.

Ya para acabar, resumo los pasos necesarios en un afeitado completo a navaja o maquinilla:
  1. Preparación de un cuenco grande con agua caliente. 
  2. Disposición de un cuenco de menor tamaño. 
  3. Abocamos una ligera candidad de pasta de afeitado en el cuenco pequeño. Si en lugar de pasta usamos jabón, introducimos el jabón en el recipiente, sujetándolo con una mano. 
  4. Mojamos ligeramente la brocha de afeitado (a ser posible, ésta debe ser de pelo de tejón) en el agua caliente. A continaución empezamos a realizar un movimiento circular de mezcla en el recipente con la crema o jabón de afeitado. No nos detenemos hasta obtener una espuma espesa y blanca. 
  5. Sumergimos parte de una toalla en el agua caliente y, a continuación, la escurrimos ligeramente y la colocamos presionando la piel de nuestra cara, a fin de ablandar la barba y reducir el riesgo de cortes. 
  6. Aplicamos la espuma en nuestra cara realizando un movimeinto circular con la brocha para levantar el vello. 
  7. Iniciamos el afeitado, nunca a contrapelo y siempre empezando por las patillas. Luego las mejillas, la papada, la barbilla y, finalmente, el bigote. 
  8. En acabar la fase anterior, y únicamente si queremos lograr un apurado perfecto, realizamos la misma operación a contrapelo, muy delicadamente y sin hacer excesiva presión.
  9. Enjuagamos nuestra cara en agua fría (así se cierra cualquier pequeño corte que nos hayamos podido hacer) y secamos con la toalla. 
  10. Aplicamos bálsamo para el afeitado.
En caso de usar navaja, antes del paso 1 y tras el paso 9 habrá que dar unas pasadas a la hoja por el suavizador, y una vez hayamos acabado, la enjuagaremos bien con agua para evitar que el jabón la estropee (lo mismo con la brocha) y luego la secaremos bien y la guardaremos en su funda, previniendo así su oxidación.


Por si, a pesar de esta descripción, el lector todavía alberga dudas, les facilito los enlaces a un vídeo muy instructivo que, salpicado con el tono humorístico del autor, ofrece una explicación muy gráfica al respecto.

http://www.youtube.com/watch?v=JUK56EqF-B0

http://www.youtube.com/watch?v=iLbpe62bubk&feature=channel

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